domingo

VIENTO DEL SUR


Foto Privada

A Upi, mi Viento del Sur.
"Los días del futuro se alzan ante nosotros
como una hilera de velas encendidas,
doradas, vivaces, cálidas velas".
K. Kavafis



Alba luminosa,
reposada alba,
primer testigo,
de una noche iluminada.

Noche reina de latidos,
de fuegos y lavas,
memoria grabada de espumas,
de espumas blancas.

 
Rocío de estrellas,
temblores de almas,
manos que palpan,
resucitando sueños.

Cráteres de volcanes,
arrastrando partículas de fuego,
brisa del viento del Sur,
avivando llamas.

Líneas de cuerpos,
sensuales miembros,
esconde la noche,
los rostros del amor.

Corazones recién nacidos,
resucitan a la vida,
mecidos por el deseo
y arrullados por fragancias



jueves

SI TE TUVIERA A MI LADO





Jamás rocé tu piel, pero la siento.

Jamás besé esos labios pero siento tu sal.

Te imagino y ardo en deseos de cruzar mares por ti.

Rendirme ante ti, vestirte de naranjas,

 
Prisionera soy de mis complejos sentimientos,

 mi corazón me dice adelante

y el calor de mis entrañas dice entra en él

Acércate a su piel, susúrrale al oído lo que tienes que decir,

Ámalo con pasión,

Sin tiempo

.......

Me perdería dentro de ti

Eres desconocedor de las veces que he imaginado ese momento.

Deseo recorrer con mis labios y mi lengua todo tu cuerpo,

enlazar nuestros labios y con fricción rozar nuestras lenguas,

libar juntos nuestros jugos,

bajar por ese cuello de perfección,

 descender lentamente hacía tu vientre,

Y alli perderme..

miércoles

SENTIMIENTO DEL TIEMPO (CAPÍTULO III)


TALÍA

A Talía siempre le gustaron los trenes. Utilizaba extrañamente las estaciones para reflexionar. Ahí estaba, sentada, los andenes eran su única compañía, aún estando totalmente rodeada de un hormiguero de personas. No reparaba en nada, estaba totalmente absorta en sus pensamientos, cualquier persona que pasaba a su lado podía pensar que estaba esperando a alguien que se apeara de uno de los trenes que llegaban; si alguien le hubiera preguntado, no habría sabido responder, el receptor se sentiría decepcionado, así se sentía ella. Dentro de Talía yacía agazapada una mujer confundida, invadida de sensaciones mezcladas entre miel e hiel. Las imágenes se paseaban por su cabeza despaciosamente, cual albúm de fotografías en color sepia y se recreaba rememorando momentos vividos con Lawrence.
- ¿Así que usted es escritora?
Talía se sobresaltó, el libro que estaba leyendo cayó de bruces contra el suelo, subió la mirada, levanto sus ojos por encima de las gafas y ahí estaba él, frente a ella sonriente y con unos ojos que no parecían humanos. Su mirada era hipnótica; sus ojos sonrientes se mantenían sobre los de ella, se sintió lentamente desnudada por ellos, su mirada segura era como una penetración. Sintió humedad entre las piernas.
Ella le preguntó que cómo sabia que era escritora y él con una sonora y encantadora carcajada le dijo que llevaba un buen rato observándola, que se preguntaba donde había visto una cara tan familiar, hasta que recordó que en una librería próxima su rostro aparecía en múltiples carteles anunciando la presentación de su nuevo libro.
La mujer era rusa, había nacido en Gorky y su niñez había sido dura, de ahí la expresión de su cara denotaba fuerza y carácter vigoroso, como vigoroso de color eran sus labios, fruto carnoso que destacaba gracias a su pálida piel, tersa, suave como el raso. Era extrañamente bella, sus ojos encerraban un halo de misterio y sabiduría, a través de ellos se podía ver el mar. Poseía una provocativa madurez. Sus pechos eran tentadores, turgentes, eran rosados como los de una adolescente.
Todos los hombres que habían pasado por su lecho le habían decepcionado porque tenía instalada dentro de ella expectativas grandiosas, por ello, poseía una gran hambre de sexo.
En el preciso instante que conoció a Lawrence, sus pensamientos se tornaron febriles, sabía que sólo disponía de una noche en la ciudad y no dudó ni un ápice en demostrar todos sus encantos femeninos, ahora era ella quién lo hipnotizaba con su verbo sensual, susurrante, provocador. Utilizó toda la energía sexual que desprendía a través de sus poros y en pocas horas se encontraban en la habitación del hotel que se transfiguró en una fragua de cuatro paredes.Fue sólo una noche, noche de delirios, sudores hirvientes, lenguas ardientes, caricias húmedas, latidos fundidos.
Ésta vez no fue él quien abandonó la habitación apresuradamente como estaba acostumbrado, Talía salió de puntillas y sin una nota de despedida.

jueves

SENTIMIENTO DEL TIEMPO (CAPÍTULO II)


VENUS
Venus, era una mujer con esa pizca de sal, alegre y vivaz. Al igual que Lawrence a lo largo de su vida desarrolló formas de actuación con respecto al amor.
Poseía ese tipo de atractivo felino que provocaban en los hombres el deseo de ser poseída. Acostumbraba a utilizar esa mirada de gato que incitaba el deseo de ser acariciada, pero al igual que los felinos, era indócil, indomable, y daba siempre la sensación de que no quería a nadie.
En el pasado, había sufrido el desamor y el dolor. Era una condena que arrastraba y utilizaba como escudo un corazón de hielo.
Venus, soñaba en el día en que apareciera el hombre que con su fuego derritiera su hielo. Le perseguía la idea tenaz de encontrar a el que agitara y derritiera su témpano. Anhelaba encontrar a alguien que fuera capaz de cortejarla con un lenguaje misterioso, evocaba las grandes novelas románticas, como Ana Karenina, Madame Bovary, pero sin esos finales tan trágicos. Se arropaba en ensueños seductores.
Después de una noche apasionada con algún hombre, siempre tenía por costumbre, una vez abandonaban su casa, mirarse a un gran espejo que estaba ubicado en su dormitorio. Así, todavía desnuda, con el brillo característico de una noche de pasión, observaba los restos de líquidos que habían fluido de su sexo, brillantes y relucientes. Era un ejercicio que le hacía conectar con sus sentimientos, para así tener la certeza de lo que inspiraba a ellos.
Venus, era florista en Viena, y contaba cuarenta y tantos años de edad, cuando la sedujo Lawrence. Él entró un día en su tienda, buscaba un tipo de flores que proporcionaran luminosidad. Ella en su afán de vender le ofreció un ramillete llamado “Primavera”. El ramillete estaba repleto de una gran gama de flores coloristas. Cuando le invitó a ir al restaurante más famoso de la ciudad y una vez sentado enfrente, le dijo mirándola a los ojos, que era el mayor ramillete de flores que jamás había visto, el corazón de Venus empezó a galopar desbocado, creía que sus latidos podrían ser oídos por las personas de su alrededor. Pensó que quizás había llegado el momento que esperaba hacía ya tiempo. Soñó. Sus palabras, eran como una droga que la embriagaba, su verbo la acariciaba, sus letras eran voluptuosas, sensuales, tibias. Esa noche Lawrence hizo que se sintiera luminosa, luminosa tanto como las flores que le había vendido. Lo que ignoraba Venus es que meses mas tarde su corazón se reconvertiría de nuevo en hielo.