lunes

MIGUEL Y LA SOMBRA (CAPITULO IV Y FINAL)


Comenzó a arquear su cuerpo como intuyó que lo hacía el de la mujer. Buscó el mismo ritmo. Ahora le parecíá que ella echaba levemente su cabeza hacia atrás, como si iniciara el ancestral rito del sexo autocomplaciente. Miguel comenzó a acelerar la cadencia de su masturbación. Tenía el miembro realmente duro. Lo empuñó con firmeza. Sabía que ya no podría parar hasta expulsar fuera de sí todo aquel deseo reprimido que la silueta en aquella ventana había conseguido desatar dentro de él. Veía a la mujer y la presentía untosa y brillante, lubricada para que él pudiera liberar su deseo dentro de su cuerpo. Entonces ella dejó de moverse. Se dio la vuelta y cogió algo de la cama. Era un provocativo tanguita de raso gris. Se agachó mostrando a Miguel sus perfectas nalgas, se lo acopló perfectamente entre sus macizos muslos y apagó la luz. Miguel estaba ya totalmente fuera de sí. Su mano estimulaba el pene con cereteras maniobras sobre el hinchado glande. No quiso lamentar el fin del espectáculo, sinó acabar de manera salvaje la masturbación que había comenzado y comenzó a repasar la sucesión de imágenes que aquella noche le había regalado. Trataba de alargar el frenesí que le invadía. Trabajaba su miembro con rítmicos movimientos desde la base. Arriba y abajo, arriba y abajo como si hollara un imaginario vientre de mujer. Se sabía sudoroso, primario, siervo del éxtasis final. Cuando adivinó que iba a dejarse ir definitivamente vio como la vecina subía la persiana dejando percibir su figura entre la penumbra. Dibujó entonces en su mente una lengua para lamer aquellos pechos pequeños y respingones. Entreabrió su boca como queriendo mordisquearlos. Resopló. Le faltaba el aire. Cabeceaba sin control. En su interior oyó los susurros de Laura cuando intuía que Miguel iba a eyacular. "Ya, mimoso, ya". El instinto animal que le poseía entonces le empujaba hacia el conocido y deseado desenlace. Pensó en la dureza de aquellos pezones, ahítos de deseo. "Ya, mimoso, ya". Sintió la incandescencia de su miembro. Imaginó su pene deslizándose por el cuerpo aceitoso de la mujer, resbalando en una loca carrera por penetrarla. "Mimoso". Se espoleó con el afeitado sexo, presto a recibir sus imposibles embates y entonces se corrió sacudiendo violentamente la cintura, resoplando y emitiendo un sordo gruñido de placer. "Ya, ya, ya". El esperma golpeó el cristal y parte de la lechosa y cálida lluvia se perdió en la oscuridad de la noche. La vecina levantó la vista, desnuda, bella, hermosa y Miguel reculó para no ser visto intentando controlar los convulsos movimientos de su orgasmo. Se dejó caer al suelo, sudoroso, jadeante. Comenzó a invadirle una ligera sensación de vacío, el mismo vacío que sentía cada vez que le inundaba desde que Laura le abandonó, pero detuvo esa vorágine depresiva pensando que había sido la mejor paja de su vida. Poco a poco sus pulsaciones fueron recuperando la normalidad. Luego envió un beso imaginario a su imposible partenaire nocturna y cerró los ojos. Agotado y sin el anclaje de un cuerpo cercano en el que guarecerse de la soledad, el sueño se fue apoderando de su mente.

5 comentarios:

  1. Beau Brummel: Gracias por tus letras. Ha sido un placer. Me han encantado tus entregas. Besos

    ResponderEliminar
  2. Beau, qué lástima!...se ha terminado.
    Me uno al comentario de Rosa, unas entregas muy bien descritas, muy intensas.

    Hasta pronto.

    ResponderEliminar
  3. ¿Para cuando otra entrega???Me ha encantado querido Beau.Intenso final

    ResponderEliminar
  4. Supongo, mis queridísimas Ladies, que después de sus elogiosas palabras no podré negarme a seguir narrando los avatares de Miguel. Si la dueña de esta maravillosa casa no se opone, claro.

    Muchísimas gracias, Lady Rosa, por permitirme invadir su espacio con mis fantasías, aún sin conocerme de nada. Es ud tan atractiva como generosa. Un beso muy, muy grande lovely Lady.

    Lady Nazaríes, siga guardándome ese lado de la cama que tanto me gusta, por favor.

    Lady Nélida, un placer haberla complacido con mi humilde prosa.

    ResponderEliminar
  5. Mi querido Beau el lado que a ti te gusta te espera...

    ResponderEliminar

Déjate fluir