Otrora quedó,
Venus desdeñada.
Para volver a renacer
de espumas blancas:
¡Quedarme aquí quiero!
¡Manecillas deteneos!
Descansar quiero
aquí,
ante el minutero imperecedero.
Quedar en este instante eterno,
Arrullada por Céfiro
y su amada Aura
soplándome hacia riberas inmaculadas.
¡Quedarme aquí quiero!
desnuda,
erguida en mi concha,
bajo lluvias de pétalos de rosa.
Horas,
no me cubráis con el manto
¡deteneos!
que quedarme aquí quiero
aquí,
ante el minutero imperecedero.
Amiga la piel siempre tiene memoria, sabe cuando y con quien estremecerse.
ResponderEliminarUn abrazo
Preciosso Rosa eres genial...y gracias por tu brindis
ResponderEliminarSiempre me encanta contemplar esa pintura: "El nacimiento de Venus"...y tus palabras me traen al pensar instantes imperecederos. Gracias.
ResponderEliminarBesos veraniegos.
Huir o intentar huir del tiempo, del paso, del pulso, del tacto de las horas para… ¿para?... ¿renacer? ¿Esperar? ¿Restañar heridas?
ResponderEliminarNo importa que motivo empuja tus palabras, solo resta escuchar su triste belleza.
Besos