domingo

DESEOS Y DULZURAS


Nos conocíamos hacía ya tiempo, pero sólo nos unía una relación profesional. Solíamos hablar todos los días por teléfono, ya que trabajábamos en una empresa de gran expansión por todo el país y vivíamos en ciudades alejadas.
La primera vez que hablamos recuerdo que me dijo que mi voz era muy agradable.
Nuestros días iban transcurriendo y poco a poco nuestras conversaciones se fueron alejando de lo puramente profesional.
Nuestro encuentro fue premeditado, con alevosía y sin grandes expectativas, pero con los correspondientes anhelos acompañados de deseos incontenibles durante todo el tiempo transcurrido antes de nuestra cita.
Quedamos en la capital ya que nos venia bien a los dos, por eso de las distancias. Me arreglé para la ocasión y elegí pormenorizadamente mi vestuario. Me enfundé en un abrigo y coloqué mi gorra de lana roja que hacían perfecto juego con el color del carmín de mis labios. Rojo pasión recuerdo que fueron mis últimas palabras delante del espejo. Así era como me sentía como quería que él me viera, pasional.
El primer contacto visual fue agradable, era evidente que nos atraímos desde el primer momento, con los pertinentes nervios de la primera vez.
Esa noche estuvimos tomando unas cervezas y unas tapas y después nos fuimos a tomar unas copas. Reímos, hablamos distendidamente, los nervios dejaron paso a la excitación y a la complicidad. Salimos del local embriagados de Ron y miel. Cómo abejas deseosas de extraer el néctar de nuestras flores mutuas.
Fueron tantas noches de silencios, de susurros, de sueños, noches de futuros anhelados que por fin se iban a hacer realidad.
Nada más cruzar el umbral de la puerta me beso, sus besos eran cálidos y húmedos, sus manos empezaron a acariciarme dulcemente y con nuestras lenguas explorándonos nos arrastramos a la inmensidad del lecho y allí empezaron los dulces juegos. Estábamos totalmente excitados. Nuestros cuerpos bailaban al son de nuestros suspiros. Nos libamos como si quisiéramos matar la sed, buscamos refugios en las profundidades de nuestro ser. Su piel tocaba mis manos, agarraba mi cabeza y sus ojos se recreaban en la magia de mis labios. Nuestros deseos ya no conocían el control y nos embriagamos del néctar tibio de la pasión. Su lengua era como un látigo que marcaba cada rincón de mi piel. Los bordes de las copas rebosaron y mil gritos de deshielos inundaron la habitación.
Mis ojos temblaron, mis piernas temblaron, mi alma tembló.
Como mis manos ahora con el teclado tiemblan en la esencia del recuerdo. Cuento las horas para nuestro nuevo encuentro. Para de nuevo entregarme y darme entera para culminar de nuevo en explosiones de Primaveras.

4 comentarios:

  1. Que bonito es el encuentro cuando deseas entregar todo lo que tienes guardado, cuando la distancia cruel separa a quién quieres.

    Un saludo, me ha encantado

    ResponderEliminar
  2. Dª Rosa, veo que usted y Dª Nazaríes, gaditana y granaína, hembras de tronío, comparten anhelos. Las saludo y felicito a las dos.

    He pasado a visitarla un ratito y me voy con el desasosiego de no saber que final le espera a usted aunque, leyéndola, puedo imaginar que será dulce y caliente.

    Con mucho afecto, amiga mía.

    ResponderEliminar
  3. De Rosa a Rosa, ha sido un placer descubrirte gracias a tu paso por mi Jardín. Me quedo con tu lado Zorba y me apunto a tu lado Buda.
    Un beso desde mi Jardín.

    ResponderEliminar
  4. Ahora tiemblo yo Rosa...

    Precioso encuentro, deseado encuentro. ¡Qué belleza la primera vez!

    ResponderEliminar

Déjate fluir