lunes

VEINTICUATRO HORAS


Laura se despertó y todavía sintiendo el calor de los abrazos de Morfeo se giro hacía su derecha, vió a su lado a un hombre todavía dormido y lo que sintió en sus entrañas fue esa conocida sensación de vacio.

Por la cama de Laura había pasado en sus últimos años infinidades de hombres, pero ninguno había logrado todavía conquistar esos abrazos matutinos después de una noche de pasión.

Siempre se levantaba con la excusa de ir al baño y con hiel en su boca, se dirigía a la cocina a preparar café.

Acostumbraba a hacer ruido para provocar el despertar de su nuevo amante, de ese nuevo desconocido, para inducir a su rápida marcha.

Los hombres siempre se despedían con un “me lo pasé muy bien anoche” y un “llámame”. Cerraba la puerta con presura y con la taza de café humeante se sentaba a observar el mar.

Laura sabía que era una experta compañera de juegos sexuales, muchos se lo decían, cuando se acostaba con ellos siempre lloraba, ellos pensaban que era de puro placer, pero su corazón estaba helado, gélido, sin calor que la arropara, que la abrigase, y el motivo no era otro que todavía no había podido olvidar a aquél hombre de rostro dulce, boca golosa, de ojos castaños, rasgados y manos grandes que un día ocupó e instaló en su corazón.

No obstante, él aparecía en su mente cada día que sus ojos se abrian para así continuar a lo largo de sus veinticuatro horas.

No lo entendía y se mortificaba y se culpaba por amarlo tanto.

Sabía que él no la correspondía, que debido a su profesión se encontraba a miles de kilómetros y aparecía muy de vez en cuando, recordaba sus palabras dulces, tiernas y amorosas, su admiración hacía ella, sus miradas perdidas uno frente a otro en el lecho todavía caliente de sus cuerpos. Recordaba aquella noche de amor y como le dijo:

- “Hoy por hoy solo se que tengo ganas de volver a verte, que tenemos muchas impresiones que intercambiar ,que ojalá pueda pasar mas tiempo contigo y que eres de esas personas que me alegro y a la vez lamento de conocer por la peculiaridades y provisionalidad de mi vida que hacen que me transforme en un espartano sentimental, quizás yo no sea así, pero quien sabe ya quien soy yo".



Como decía Lorca en el Romancero gitano : "Compadre si yo pudiera este trato lo cerraba pero ni yo soy ya yo, ni mi casa es ya mi casa"

Eres la mujer mas maravillosa y hermosa que jamás he conocido y se que no voy a encontrar a nadie como tú”.

Laura pedía al cielo que llegara ese día de liberación para poder abrir su corazón y así poder ser ocupado por otro amor.

Pegó el último sorbo de la taza humeante y se fue ensimismada en sus recuerdos directa a la ducha, puso antes la radio y sonaba una canción de Iván Noble titulada “Dame un motivo”... un gran motivo para no tomar nota al pie de la letra estas caricias tremendas, chifladas...

Agua salada mezcladas con agua dulce.

5 comentarios:

  1. Precioso Rosa.
    Que bello como describes los sentimientos.
    Besos

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  2. muy bonito ... triste eso si
    lo más triste sobre todo, no poder tomar cafe mirando al mar ,de nuevo ... no desearlo
    un saludo y gracias por tu paso y tus palabras

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  3. El corazón manda y decide. Por muchos hombres que pasen por su cama...el anhela solo uno.
    Precioso Rosa.
    Un beso.

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  4. Hace tiempo conocí una Laura. Solía llorar entrecortadamente mientras nuestros cuerpos describían locas síncopas sobre aquel estrepitoso lecho de furtivos encuentros veraniegos. Nunca me atreví a preguntarla por qué. Prefería engañarme pensando que serían por el hecho de que pronto habríamos de separarnos. Ahora sé que eran la nostalgia de alguien que la quiso más que yo y a quien ella amaba más que a mí. Hace tiempo te conocí, Laura, y ni siquiera merecí una sola de tus lágrimas.

    Coda: no pude compartirla con nadie más

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  5. Qué triste es intentar vivir una vida anclada en el pasado que no te deja vivir el presente, que no te deja cerrar heridas, que no te deja abrir las puertas de tu corazón...

    Triste, muy triste

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