sábado

MARE NOSTRUM (2ª PARTE-LA SEPARACIÓN)


Capítulo VII



Cuatro meses más tarde

Susan cerró el libro. Sabía que era sólo ficción, una historia inventada, pero se estremeció pensando que por el mundo había gente así, psicópatas con mentes retorcidas, que aparentemente parecían normales.
Recordó unos párrafos que había leído minutos antes, en los que el protagonista hablaba sobre su concepto de la belleza:

“Si la belleza que tanto se aleja de lo animal es objeto de tan apasionado deseo, es porque el hecho de poseerla, equivale a mancillarla, y a reducirla al nivel animal.
La belleza se desea para poder profanarla, no por sí misma, sino por el deleite que produce la certeza de su profanación. En el sacrificio, la víctima se elige de tal manera que su perfección otorgue significado a la plena brutalidad de la muerte.
La belleza posee una importancia fundamental, pues la fealdad no se puede profanar, y la profanación es la esencia del erotismo. La humanidad presupone los tabúes, y en el erotismo tanto éstos como aquélla se transgreden. La humanidad se transgrede, profana y mancilla. Cuanto mayor es la belleza, tanto más apetece ensuciarla.”

La puerta de la habitación se abrió, y entró Klaus.
- Susan querida, ¿aún no estás preparada?
- ¿Ya son las doce?- dijo Susan sorprendida- perdona, estaba leyendo y no me he dado cuenta de la hora. No te preocupes, en un momento me arreglo. No tardo nada.
Klaus sonrió. Sabía que Susan “entraba en trance” con un libro entre sus manos. Otra novela de intriga seguro…
Se acercó al mueble-bar, y se sirvió una Weizenbier bien fría.
Klaus había preferido no ir directamente a Túnez. Quería pasar primero por la Camargue, la tierra santa y salvaje que tanta paz le ofrecía cada vez que visitaba Francia.
La primera vez que visitó la zona se unió a la masa de peregrinos que quería alcanzar Saintes Maries de La Mer, el pequeño pueblo de pescadores situado a treinta kilómetros de Arles, en donde el mistral sopla incesantemente. Quería que Susan conociese su leyenda.
-¡Ya estoy!- dijo Susan con un tono infantil- lista para la excursión.
Parecía una scout con sus pantalones verdes cortos, calzado deportivo, camisa de manga corta y una visera roja del mismo color que su mochila. A pesar de estar a finales de Septiembre, el sol calentaba con fuerza.
-¿Y los bocadillos?- preguntó Susan-
Klaus le acercó el picnic que le habían preparado en el hotel, y Susan lo metió todo dentro de su mochila.
- Creo que no se nos olvida nada- dijo Klaus- las bebidas y la cámara de fotos las tengo en el coche.
- Veamos, aquí tengo el móvil, los pañuelos y la cartera. Vale, está todo. ¡En marcha!- exclamó Susan.
Durante el corto trayecto en coche que les separaba de su destino, Klaus fue describiendo a Susan todo lo que estaban contemplando.
En la Camargue, los peregrinos y turistas, los campesinos locales y los observadores de pájaros, se nutrían de la misma brisa que llegaba desde el mar, gozando de un espectáculo cotidiano sin igual.
Divisaron a los vaqueros, equipados con el tridente y el sombrero de cowboy, controlando las manadas de toros, los protagonistas de muchos eventos folklóricos, como la “ferrade” y “la corrida de la cucarda”.
La Camargue les estaba regalando sus panoramas y colores; las garzas reales, los flamencos, las manadas de caballos blancos salvajes, las prominentes Salines de Giraud, los bastiones de Aigues-Mortes…
Llegaron al pueblo. Klaus bajó rápidamente del coche, y se acercó a abrir la puerta de Susan. Susan sonrió, la caballerosidad de Klaus le hacía siempre dibujar una sonrisa en su rostro.
- Te voy a contar ahora mismo la historia de Saintes Maries de la Mer –comenzó Klaus impaciente- “Cuenta la leyenda, que alrededor del 48 d.c. arribaron a su playa, en una frágil barca sin remos ni velas, María Magdalena, María Jacobé (presunta hermana de la Virgen), y María Salomé, madre del apóstol Santiago. Huían de las persecuciones contra los cristianos en Judea. María Magdalena continuó hasta Sainte Baume, en la parte interior de la Provenza, en donde permaneció como una eremita hasta su muerte, rezando en una gruta rodeada de bosques de hayas. Las otras mujeres permanecieron en la localidad, difundiendo la palabra del Evangelio, y alimentando el culto mariano, que se intensificó después del 1448, año del descubrimiento de los huesos de las santas, tras las excavaciones llevadas a cabo por Renato de Anjou, conde de Provenza.
Sus reliquias se han conservado en los relicarios de madera en el interior de la iglesia románica, construida con una delicada piedra rosa, que se enorgullece de proteger el conglomerado de cajas.”
Mientras Klaus le narraba la leyenda, Susan no apartaba los ojos de su rostro.
Klaus sin duda era un hombre muy especial, atractivo, inteligente, místico, todo un caballero, y además sabía que la deseaba, pero…Susan no conseguía olvidar a Fabrizio. Se acordaba de él constantemente. No llegó a entender nunca su actitud, pero había empezado a aceptar que tenía que ser así. Si Fabrizio buscaba algo especial no lo había encontrado en ese barco. La conversación que escuchó aquella noche lo corroboraba. Fabrizio estaba jugando a varias bandas, y Susan decidió dejar de ser una de ellas.
Al día siguiente, nada más llegar al puerto de Nápoles, Klaus se cruzó en cubierta con Susan y la propuso que fuese su acompañante en la tournée . Susan aceptó e inmediatamente hizo su maleta y abandonó el buque junto a Klaus. El capitán ya estaba informado y, ante la perspectiva de que Susan aceptara, había preparado todos sus papeles.
Durante los siguientes meses, Susan y Klaus estuvieron preparando el repertorio de la tournée, que comenzaría en Túnez, y continuaría por diferentes países de Europa. No volvió a tener noticias de Fabrizio. Su vida continuaría sin él. No volvió a preguntarse si lo amaba. El encuentro la había cambiado, pero no la había endurecido.
-Susan, ¿me estás escuchando?- dijo Klaus
-Por supuesto- contestó Susan rápidamente- ¿dónde tendrán las reliquias?
-En la cripta posiblemente, a buen recaudo. Suelen sacarlas en Mayo, durante la fiesta en la que los gitanos, llegados desde todos los rincones del mundo, rinden homenaje a su patrona, Sara, con una bella procesión en el mar. Y ahora, querida Susan, vamos a recorrer este lugar mágico, este irresistible polo de atracción para los que lo hemos visitado en otras ocasiones.

Visitaron cada uno de los rincones del bello pueblo, admirando el laberinto de colores de las calles del centro, repletas de tiendas, con el horizonte azul del mar como telón de fondo. Vieron también la controvertida figura de Sara, “la Negra”; caminaron por las salinas, desde donde divisaron los bastiones de Aigues-Mortes, y contemplaron con curiosidad las típicas cabañas utilizadas por los habitantes locales, con el techo cubierto por cañas.

Al anochecer regresaron al hotel.
Klaus la invitó a pasar a su habitación a tomarse una copa, pero Susan declinó la invitación, alegando que estaba muy cansada.
-Sí, querida. Ve… y descansa- dijo Klaus- nos esperan días de mucho trabajo.
-Hasta mañana Klaus- dijo Susan besándolo en la mejilla - Ha sido un maravilloso día, me ha encantado la visita.
Klaus se quedó solo. Se sirvió una copa, y mirando el vaso con tristeza, sus pensamientos comenzaron a galopar.
-(Es inútil…Fabrizio no está, pero es como si su sombra estuviese aquí, entre nosotros…)

4 comentarios:

  1. Que pena por klaus =( es dificil amar a una persona que no te ama T_T

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  2. Amores no correspondidos= amores imposibles.
    Paso a felictarte, me voy en estas fechas.
    Felices fiestas, feliz año2011.
    Un abrazo Rosa, gracias por todo lo que nos enseñas.

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  3. Hola,bello blog, preciosas entradas,te encontré en un blog común,si te gusta la poesía te invito al mio,será un placer,es,
    http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
    muchas gracias, buen sábado tarde,besos.

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  4. Es muy difícil amar a quien no te ama, tienes razón Ckalu...pero lo importante es que él está ahí.
    ¿Terminará Klaus enamorando a Susan?

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