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MARE NOSTRUM (CAPÍTULO X)


BAZAR MEDINA



CAPÍTULO X




Collares de coral, objetos de oro y plata, artesanía Magrebí. Las animadas y estrechas callejuelas de la Medina de Túnez eran un contraste de colores y culturas. Lo viejo y lo nuevo coexistían sin dramas. Las mujeres circulaban con el rostro descubierto, y llevaban pesados tailleurs de corte occidental.
El perfume áspero y dulce de la menta, se esparcía en el aire desde primera hora de la mañana. Era la ceremonia del té, el rito cotidiano irrenunciable, y la primera de las reglas de hospitalidad. Un rito a respetar por el que aloja y es alojado, en los comercios antes de comenzar los tratos para cualquier compra, o en las tiendas de beduinos en los oasis cercanos al desierto del Sahara.
Susan recorría la Medina, en busca de souvenirs para su familia, y algún que otro capricho para ella. Los colores irisados de las alfombras, así como sus formas y diseños, estaban llamando poderosamente su atención, al igual que el encanto del ornamento tradicional de las mujeres bereberes, las joyas en plata y oro: pendientes, brazaletes, tobilleras, o los espejos, joyeros y perfumeros.
Ya tenía decidido el regalo para su padre, una shisha de cobre muy original que acababa de encontrar, y para su madre un característico candelabro de cinco brazos.
Con la pipa de agua en la mano, Susan empezó a regatear con el vendedor. En las horas que llevaba recorriendo la Medina, había aprendido algo fundamental: el arte del regateo. Después de conseguir a muy buen precio los regalos, siguió recorriendo el antiguo centro de Túnez, en busca, ahora sí, de algún capricho para ella.
Klaus esperaba una llamada urgente desde Houston, por lo que se reuniría más tarde con ella. Susan quiso esperarlo, pero Klaus la animó a que fuera adelantándose.
-Seguro que cuando me reúna contigo aún no has comprado nada- fueron sus palabras
-(¡Pues se equivocaba!)- pensó Susan, y con una gran sonrisa dibujada en su rostro prosiguió con sus compras.
Mientras tanto, en el hotel, Klaus esperaba ansioso la llamada de Paul desde Houston. De repente el teléfono sonó.
-¿El Sr. Faber?- preguntó una voz femenina.
- Sí, soy yo- respondió Klaus
- El doctor Garrett desea hablar con usted. Ahora mismo se lo paso.
Una suave melodía le acompañó durante la corta espera. A los pocos segundos Klaus escuchó la voz de su amigo.
- Klaus, siento ser portador de malas noticias. Los resultados de las pruebas han dado positivo. Tienes que volver por aquí lo antes posible.- dijo Paul
- Acabo de comenzar la tournée, Paul. ¿No podría esperar un par de meses?- respondió angustiado Klaus
- Es muy arriesgado, y lo sabes. Mi consejo es que empecemos cuanto antes el tratamiento.- respondió Paul. El tono de su voz delataba su preocupación.
-No, Paul, ahora no. Tendría que suspender todo, y no le puedo hacer eso a Susan.- dijo Klaus con gran firmeza.
- ¿Susan?, ¿quién es Susan?- respondió Paul sorprendido.
- Ahora no te lo puedo explicar, Paul, pero es muy importante para mí seguir adelante con la tournée. Asumiré el riesgo.
- Estás jugando con tu vida, Klaus, pero no te puedo obligar. Espero que cambies de opinión…- dijo Paul con tristeza.
- Es mi decisión. Descansaremos en Diciembre, y antes de comenzar de nuevo me tendrás allí- prometió Klaus.
Acabada la conversación, Klaus se dejó caer derrotado en el cálido sofá de su habitación.
-(Otra vez no, no puede estar pasando otra vez…)- pensó.
Por su cabeza desfilaron de nuevo todos y cada uno de los duros momentos por los que años atrás tuvo que pasar. Todo el sufrimiento padecido, la impotencia de no ser dueño de su cuerpo, las interminables sesiones de quimioterapia…
Susan no se podía enterar de nada…
Después de refrescarse en el baño, Klaus salió a su encuentro.
Susan paseaba por el souk de los perfumistas, la zona donde había quedado con Klaus en encontrarse, cuando de repente alguien la agarró por detrás.
-Señorita, su sola presencia hace que los hombres se queden hipnotizados a su paso- le susurró Klaus al oído.
-¡Tonto!, me has asustado- dijo Susan soltando una carcajada.
-Veo que has aprovechado muy bien el tiempo- dijo Klaus mirando las bolsas de Susan. ¿Has encontrado todo lo que querías?
-Sí, ¡y a muy buen precio!, me he convertido en una experta regateadora. Ahora sólo me falta comprarme algo para mí. En ese tenderete de ahí he visto unos pendientes que me han gustado mucho- dijo Susan señalando un puesto cercano.
Klaus agarró a Susan por el hombro y juntos se acercaron a comprar los pendientes. Con el típico ornamento tradicional de las mujeres bereberes en sus lóbulos, la belleza de Susan se incrementaba.
Pareces recién sacada del cuento de las Mil y una Noches. Merecerías llamarte Fetnah, por tus encantos y tu hermosura.
-¿Y llegaría a ser la mujer del califa?- preguntó Susan con ironía.
-¡No!-exclamó Klaus, y acercándose a su mejilla la susurró- Estás reservada para mí…

Susan se sonrojó. Tenía que admitir que Klaus la estaba tratando como a una princesa, y su relación se estaba convirtiendo en una especie de cuento, con un príncipe rendido a sus pies.
El sol comenzaba a ponerse, y después de visitar el souck El Attraine y el de El Kumach, así como la mezquita Et-Zitouna, decidieron acercarse a conocer alguno de los característicos cafés, para saborear el delicioso té a la menta.
Al anochecer, la música era la protagonista en los cafés y en algunas tiendas. Había espectáculos de todas clases, incluidos los itinerantes. Veinte días antes los tunecinos habían celebrado el final del largo ayuno diurno por aquellas callejuelas, el final del Ramadán, con la fiesta del Aid Al Fitr.
Susan y Klaus disfrutaron de una agradable velada, y poco después regresaron al hotel.
Aquella noche el débil muro que aún los separaba, terminó derrumbándose. Susan se entregó a Klaus en cuerpo y alma...

3 comentarios:

  1. Y asi termina? nada mas que eso?

    Eso es todo por hoy?
    ME dejas con muchas ganas de seguir leyendo!!
    Bss y saludos!

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  2. A este capítulo le tengo especial cariño...

    Ckalu, ¡otro día más!. Me alegra saber que necesitas una dosis mayor de lectura :-)

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  3. Totalmente de acuerdo con Ckalu
    Me encanto leerte.

    Saludos

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