viernes

MARE NOSTRUM (CAPÍTULO XIV Y CAPÍTULO XV)




CAPÍTULO XIV

Fabrizio seguía muy de cerca todas las noticias que aparecían en el periódico sobre Susan y Klaus. Desde aquel día en el que volvió a saber de Susan por el reportaje del concierto en el anfiteatro de El Djem, en Túnez, lo primero que hacía nada más llegar a su despacho, era coger el periódico que Isabella le dejaba sobre su mesa.

Pasó rápidamente las hojas hasta llegar a las que le interesaban. De repente se desplomó sobre la silla.
-(No puede ser verdad, es una broma pesada)- pensó Klaus desesperado.
Isabella lo observaba con preocupación. Desde hacía casi dos meses, Fabrizio se lanzaba literalmente sobre el periódico, día tras día, como si intentara descubrir algo. Hoy lo debía de haber encontrado, y no debían de ser buenas noticias…
e repente Fabrizio se levantó, cogió el periódico, y se marchó sin dar ningún tipo de explicación. En ese momento, Isabella cogió el teléfono y, rápidamente, llamó a Concetta, para informarla de que algo no iba bien. Su suegra también estaba muy preocupada.
Ya en su casa, Fabrizio abrió de nuevo el periódico. Lo primero que le saltó a la vista fue la fotografía de Susan, que no estaba muy bien lograda, junto a Klaus, y varias personas más en segundo plano.
Sus ojos se dirigieron rápidamente hacia el titular del artículo:
“Boda sorpresa del Maestro Faber con su compañera de trabajo, Susan Valentí.
En una improvisada ceremonia por las calles de Reutlingen, en Alemania, bajo la atenta mirada del río Echaz como testigo, el Maestro Klaus Faber ha contraído matrimonio con Susan Valentí, la llamada “nueva revelación musical”. Para el almuerzo nupcial se eligió un escenario idílico, el Castillo Lichtenstein, a escasos kilómetros de la ciudad.
El Maestro Faber, de cuarenta y tres años, conoció a su actual esposa en un buque de crucero, el Cruise Roma, en el cual ella trabajaba como pianista. Klaus Faber está ahora en el cénit de su carrera. A principios de este año ganó un Premio de la Academia...( ). Como broche final de la tournée, darán un último concierto en La Reggia de Caserta, el próximo sábado 27 de Noviembre...“
Fabrizio desconsolado se agarraba la cabeza con las dos manos mientras leía el artículo. Cuando lo terminó, dejó el periódico a un lado, y se dirigió a su habitación. Cogió las llaves de su coche, la cartera y se alejó en el Alfa a toda velocidad.
Concetta entró en el salón. Había estado observando a Fabrizio desde la cocina, y sabía que en el periódico se encontraban todas las respuestas. Observó la foto.
- Así que es por tí, Susan Valentí...- dijo Concetta mirando fíjamente la foto- Fabrizio está enamorado...



CAPÍTULO XV


LA REGGIA DI CASERTA




“Había una vez…”, es la llave mágica que nos introduce en el mundo de los cuentos, un mundo hermoso, dulce, poético, que hace volar nuestra fantasía e imaginación; un mundo en el cual los reyes son buenos, los príncipes hermosos y delicados, las brujas feas y malvadas, los cofres están llenos de tesoros, y los palacios son enormes y dorados.
El cuento no es una realidad, pero gracias a estas invenciones poéticas podemos soñar, podemos escapar de la amarga realidad de cada día. Pero a veces la historia puede ser cierta, al menos en el marco exterior, y entonces, el espíritu se expande en unos nuevos y sugerentes sentimientos de placer, y esto se aplica tanto a los ricos como a los pobres, a los ingenuos y a los más sofisticados.
La Reggia di Caserta es un cuento de piedra y jardines. Aquí, mármol, yeso, plantas, agua, colores, se transforman en poesía, y hablan con el corazón. Es como si regresáramos a nuestra más tierna infancia, para encontrarnos con todo lo que un día nos hizo soñar.
Érase una vez: los reyes, las princesas, los caballeros y las damas, el ritmo de la música, el baile refinado…todo ha desaparecido en la niebla de la memoria, pero el Palacio Real, La Reggia, se quedó para darnos el encanto brillante, la combinación de la fantasía y la belleza. Y si cerramos los ojos, dentro de las hermosas y evocadoras habitaciones, veremos las figuras que poblaban el mundo de la pasión y encanto de nuestra niñez.
La magia y la realeza, el arte y los tesoros de la historia del pasado, en una obra de arte arquitectónica sin igual en el mundo. La Reggia di Caserta siempre ha sido el buque insignia de la cultura y el patrimonio italiano.

domingo

MARE NOSTRUM (3ª PARTE: EL REENCUENTRO)


CAPÍTULO XIII

Finales de Noviembre. Reutlingen (Alemania)


Como Klaus había pronosticado, los conciertos fueron un rotundo éxito, las críticas excelentes, y Susan se había convertido en una nueva revelación en el mundo musical.
En el baño principal de su casa, Klaus observaba las pequeñas pastillas que tenía entre sus manos. Se acercaba el final de la tournée, y con él su temido viaje a Houston. No le había contado nada a Susan, pero no se lo podría ocultar por mucho más tiempo
-(Es ahora o nunca)-pensó Klaus, cogiendo el teléfono.
-Despacho del Juez Heinrich Schulz- dijo una voz femenina al otro lado del teléfono.
-Necesito hablar con el Juez, por favor, de parte de Klaus Faber- contestó Klaus
-Un momento por favor, no cuelgue- respondió la secretaria
Pasados unos segundos, Klaus escuchó la cavernosa voz de su amigo de la infancia.
-¿Klaus?. ¡Qué sorpresa!...-dijo Heinrich entusiasmado
-Querido amigo, aquí me tienes de nuevo. ¿Podríamos vernos más tarde?. Necesito pedirte un gran favor...-contestó Klaus
Susan estaba recorriendo cada rincón de la acogedora casa de dos pisos, situada en la céntrica plaza de Reutlingen, bajo la atenta mirada de Anja, la mujer que se ocupaba de ella desde la muerte de los padres de Klaus, ocho años atrás. Sus manos se deslizaban por el mobiliario, mientras su mirada se perdía en la armonía de sus formas. El estilo Hepplewhite dominaba en toda la casa, dotándola de una elegancia sin igual.
-¿Le gusta la casa verdad?- preguntó muy sonriente Anja.
-Es preciosa, Anja, y muy acogedora. Hay que reconocer que Klaus tiene muy buen gusto...-respondió Susan
-Sin duda, señorita, no hay nada más que verla a usted- respondió rápidamente Anja.
-Susan, llámame Susan, por favor, y...gracias- dijo Susan un tanto ruborizada.
-Klaus me llamó hace un rato, quería que te comunicara que se tuvo que marchar temprano, y no quiso despertarte, también me dijo que te acompañase hasta el Alteburg Gutsgaststätte, un estupendo restaurante de cocina tradicional a orillas del río Echaz, y me dijo que te pusieras bien guapa...aunque eso no va a ser difícil- dijo Anja, con una bella sonrisa dibujada en su rostro.
-Bueno, pues entonces voy a cambiarme. No tardo nada, Anja- dijo Susan subiendo rápidamente las escaleras que conducían a la primera planta, donde se encontraban los dormitorios.
Susan eligió un elegante traje chaqueta color perla, una blusa esmeralda de seda y un abrigo en el mismo tono. Un suave toque de color en sus párpados, junto al brillo de sus labios fueron suficientes, gracias al bonito color que aún lucía su piel. El conjunto lo acompañó con un bolso de mano Gucci, con terminaciones niqueladas, y zapatos de tacón alto a juego, con plataforma tile. Cepilló su larga melena rojiza, miró su imagen reflejada en el espejo del dormitorio principal, y segundos después se reunió con Anja.
El Alteburg Gutsgaststätte se encontraba estratégicamente situado a orillas del río Echaz, lo que le permitía disfrutar de unas excelentes panorámicas, cerca de la zona peatonal y el moderno centro comercial, que atraía a muchos visitantes por la variedad de negocios y la posibilidad de relajarse en uno de sus agradables cafés.
Anja la acompaño hasta la entrada, mantuvo una breve conversación con el recepcionista, y poco después se marchó. El recepcionista la acompañó hasta una de las salas privadas del restaurante, abrió la puerta, indicó a Susan que entrara, y segundos después se marchó, cerrando la puerta tras él.
En el centro de la sala, en una mesa elegantemente adornada, se encontraba Klaus. Inmediatamente se levantó, y retiró una de las sillas para que se sentara Susan.
- Estás preciosa, Susan- dijo Klaus contemplándola.
- Gracias, Klaus. Me alegra saber que he acertado con la elección- respondió Susan.
- Siempre lo haces…espero que ahora también- dijo Klaus depositando una pequeña cajita en su plato.
Susan miró a Klaus extrañada, y cogiéndola entre sus manos se dispuso a abrirla. Dentro, incrustado en una aterciopelada tela azabache, se encontraba una alianza de oro blanco con diamantes engastados.
-Cásate conmigo, Susan…dijo Klaus emocionado
Susan se quedó sin habla. No daba crédito a lo que estaba sucediendo. Klaus cogió el anillo, se incorporó y mientras se lo colocaba en el dedo preguntó:
-¿Quieres casarte conmigo, Susan?, ¿me harás el honor de convertirte en mi esposa?
-Yo…es todo tan inesperado, Klaus…- dijo Susan sintiendo una fuerte presión en el pecho.
- Di que sí, te lo ruego. Me harías el hombre más feliz del mundo- dijo Klaus suplicando.
- Sí…-respondió Susan tras unos instantes de duda.
Klaus cogió a Susan por la cintura, la alzó y comenzó a girar con ella por la sala, gritando de alegría. En ese momento la puerta se abrió y entró Heinrich.
- Klaus, ¡ya está todo preparado!- dijo Heinrich sonriendo
- Querida Susan, te presento a mi amigo y Juez Heinrich Schulz. Él nos va a casar…-dijo Klaus colocando a Susan de nuevo en el suelo.
- ¿Ahora?- preguntó Susan abriendo los ojos de par en par
Klaus cogió el bolso de Susan, y sin soltarla comenzó a seguir a Heinrich.
Al acercarse al puente que debían de cruzar para llegar a los Juzgados, Susan se emocionó con la escena que tenía ante sus ojos. El puente se había convertido en un pasillo nupcial, decorado con hermosos ramos de flores, que terminaba en una carpa, donde les esperaban varias personas allí reunidas, entre ellas Anja.
La ceremonia se celebró ante la atónita mirada de los habitantes de Reutlingen que paseaban por allí. Varios periodistas que se encontraban en la ciudad para cubrir el reportaje del concierto de Klaus y Susan en el Friedrich List Hall, junto a la Orquesta Filarmónica de Reutlingen, lograron tomar varias instantáneas de la ceremonia.
Los testigos fueron Anja y su marido, y el improvisado buffet preparado para la ocasión por el Alteburg Gutsgaststätte , lo degustaron en el Castillo Lichtenstein, a dieciocho kilómetros de Reutlingen, en donde pudieron disfrutar del maravilloso paisaje Suabo con la riqueza de tonalidades otoñales que sus montes les ofrecían.
Susan contemplaba ensimismada, desde las murallas del romántico castillo medieval, el paisaje de montaña de media altura de los Montes Suabos. El Castillo Lichtenstein parecía sacado de un cuento de hadas. Nadie habría podido jurar aquella mañana que ese día se convertiría en la mujer de Klaus Faber.
Klaus la observaba detenidamente. Había conseguido ganar parte de su batalla personal casándose con Susan, pero ahora le quedaba la peor parte, la más dura, debía batallar con un enemigo muy poderoso, un enemigo al que sentía cada vez más cerca, y que le debilitaba cada vez más, el cancer...¿Cómo se lo iba a comunicar a su recién estrenada esposa?...



jueves

CLARO DE LUNA



¿Vienes?
Bajo el claro de luna te espero, desnuda.
Coronada con flores frescas:
narcos, lilios y lirios.


¿Vienes?
El canto del amor
marcaran los compases,
con sus mágicas notas.


¿Vienes?
Me entregaré a tu capricho,
para que bulla el hervor,
de tu sangre y la mía.


¿Vienes?
Respiraré tu aliento,
libaré tu saliva,
para que asciendas las dulces colinas.





lunes

ALMA MIA


Ávidas manos,
cual ligeras alas.
Tropel de caricias,
me arrancan el alma,
espero y desespero.





sábado

MARE NOSTRUM (CAPÍTULO XI Y XII)




CAPÍTULO XI

Pasquale contemplaba con agrado los racimos de uvas.
La vendimia de ese año no había sido fácil. Se venía de un invierno frío, incluso con nieve, que había eliminado muchas posibilidades de enfermedad de las cepas. La primavera lluviosa aseguró unas reservas de agua adecuadas para poder hacer frente a los calurosos veranos que caracterizaban el clima de Bonito, pero...llegó lo inesperado, las lluvias intermitentes de finales de Agosto y Septiembre, que preocuparon bastante a Pasquale. Habían tenido que hacer una selección muy minuciosa de la uva, pero se había conseguido unos niveles de calidad muy elevados. No siempre se lograba un grano tan sano y con un grado y una acidez tan adecuados.
La variedad de uva que cultivaban Fabricio y él en sus viñedos era uva agliánico, con denominación de origen Taurasi. La fermentación la hacían en depósitos de acero, y la maduración en barricas de leño. Se podía afirmar con absoluta certeza, que el agliánico era totalmente indiferente al paso del tiempo.

En 1920, su abuelo Giovanni fundó la Cantina Greci, que comenzó a construirla un poco por juego, un poco por apostar por una idea que siempre le rondaba, descubrir los aromas y sabores del apreciado vino de su tierra. De pequeños, Fabrizio y él recorrían ese misterioso mundo subterráneo, con enormes bloques de muros de piedra, arcos y techos abovedados, haciendo volar su imaginación.
Al llegar a la adolescencia, comenzaron a interesarse por el negocio, aprendiendo todo lo necesario de las manos del mejor maestro, su abuelo. Cuando murió, se pusieron al frente de la Cantina, y gracias al magnífico trabajo de Pasquale, al mimo y delicadeza con la que trataba los viñedos, y a la astuta labor comercial de Fabrizio, la Cantina Greci se había convertido en uno de los principales referentes irpinos, consiguiendo la ansiada categoría DOCG, el cuarto escalón de la pirámide de clasificación, obtenido un lustro después de la anterior, la DOC, un merecido reconocimiento a su calidad, mantenida año tras año.
-¡Tenemos que celebrarlo, Pasquale!- dijo Fabrizio estrechando a su hermano. Lo hemos vuelto a conseguir.
-Sí, aunque no las tenía todas conmigo...-respondió Pasquale lanzando un suspiro al aire.
-Tengo que ponerme manos a la obra. Voy a empezar a enviar las invitaciones para la cata de la añada 2008, y a programar varios viajes para visitar a alguno de nuestros clientes. Presiento que el pedido de Carmine Pecorelli será muy importante este año- dijo Fabrizio.
Eran necesarios más de dos años para su envejecimiento, pero sus clientes más fieles lo reservaban desde que se sabían los parámetros de calidad. El vino restante lo vendían en las diversas catas programadas durante el año, reservadas a un público muy selecto, que año tras año difundía el nombre de la Cantina Greci por toda Italia.
Ya en su despacho, Fabrizio comenzó a hojear el correo, fiel a su rutina diaria. Su secretaria se lo dejaba puntualmente encima de su mesa todos los días, junto con la lista de los mensajes más urgentes, y el periódico.
-Isabella, alma caritativa, ¿podrías traerme un café bien cargado?. Necesito una buena dosis de cafeína que me ayude a despejarme. Hoy tengo que tener bien despiertos todos los sentidos. ¡Comienza la batalla!- dijo Fabrizio a su secretaria a través del intercomunicador.
- Voy a tener que pedir que te instalen una cafetera en tu oficina, Fabrizio, últimamente me interrumpes demasiado con los cafés…¿o es para poder contemplar mi belleza?- respondió Isabella
-¡Me has pillado!, querida cuñada, y además preparas el mejor cappuccino del mundo- dijo Fabrizio riéndose.
- ¡No tienes remedio, adulador!- dijo Isabella soltando una sonora carcajada.
Poco después, apurado el café, Fabrizio se dispuso a hojear Il Mattino.
Siempre comenzaba por la sección cultural, en busca de noticias sobre sus más cercanos competidores vinícolas, y el programa de conciertos y espectáculos de La Campania. La noticia destacada de ese día era la entrevista concedida al dueño de La Cantina Conza, una de las más importantes de la provincia de Avellino. Nadie dudaba que 2010 iba a ser un excelente año para los caldos.
Al pasar la hoja, Fabrizio se encontró con esos ojos verdes que tanto amaba…


CAPÍTULO XII

La suave y aterciopelada caricia de los pétalos de rosa, despertaron a Susan. Los rayos de sol entraban discretamente por la ventana, convirtiendo la silueta de Klaus en una especie de aparición celestial.
Susan abrió los ojos perezosamente, mientras un intenso aroma a café y pan recién tostado perfumaba la habitación. Sus labios dibujaron una sonrisa.
-Despierta dormilona. He traído el desayuno- dijo Klaus pasando suavemente la rosa por el rostro de Susan.-Uhmmm. Debo de haber muerto y ahora me encuentro en el cielo…estoy viendo un ángel- dijo Susan remoloneando.
-Y pronto me convertiré en demonio si no te levantas ya- dijo Klaus, mientras comenzaba a hacerle cosquillas por todo el cuerpo
Susan saltó de la cama rápidamente. No había ni un centímetro de su piel que fuera inmune a las cosquillas. Se puso una suave bata de seda color esmeralda, y se encaminó hacia la mesa.


-¡Qué hambre tengo!- dijo frotándose el estómago y acercando su silla a la mesa.
-Mira la página cincuenta y dos, Susan- dijo Klaus acercándole la prensa diaria.
Susan cogió el periódico y, sin soltar la tostada, fue pasando las páginas hasta llegar a la que Klaus le había dicho. Una foto a todo color la estaba esperando. Ahí estaba ella, con su hermoso vestido de noche color marfil, que resaltaba aún más el verdor de sus ojos y el cobrizo de sus cabellos, peinados con un elegante recogido. Su suave y blanca piel lucía un bonito bronceado, adquirido meses atrás, que acentuaba sus pecas. La noticia destacaba su impecable participación junto a Klaus.
-Has conquistado al público y a los críticos, Susan. Y esto es sólo el principio de una larga lista de éxitos.- dijo Klaus besándola en el cuello.
-Hay que reconocer que las críticas son muy buenas...-dijo Susan emocionada
-Nos esperan unos meses muy intensos, Susan. Vas a tener la ocasión de leer noticias así continuamente, te terminarás acostumbrando-dijo Klaus sonriendo.
-¿Cómo va la venta de entradas?-preguntó Susan.
-¡Todo vendido!-exclamó Klaus. Las primeras entradas en agotarse fueron las de Reutlingen y las de Caserta, el palacio donde despediremos la tournée.
-¿Reutlingen?- preguntó Susan
-Mi ciudad natal...te encantará Susan- dijo Klaus con una enigmática mirada en sus ojos.
Susan no preguntó por Caserta, porque sabía perfectamente donde se encontraba. En la Campania, la tierra de Fabrizio...



viernes

MARE NOSTRUM (CAPÍTULO X)


BAZAR MEDINA



CAPÍTULO X




Collares de coral, objetos de oro y plata, artesanía Magrebí. Las animadas y estrechas callejuelas de la Medina de Túnez eran un contraste de colores y culturas. Lo viejo y lo nuevo coexistían sin dramas. Las mujeres circulaban con el rostro descubierto, y llevaban pesados tailleurs de corte occidental.
El perfume áspero y dulce de la menta, se esparcía en el aire desde primera hora de la mañana. Era la ceremonia del té, el rito cotidiano irrenunciable, y la primera de las reglas de hospitalidad. Un rito a respetar por el que aloja y es alojado, en los comercios antes de comenzar los tratos para cualquier compra, o en las tiendas de beduinos en los oasis cercanos al desierto del Sahara.
Susan recorría la Medina, en busca de souvenirs para su familia, y algún que otro capricho para ella. Los colores irisados de las alfombras, así como sus formas y diseños, estaban llamando poderosamente su atención, al igual que el encanto del ornamento tradicional de las mujeres bereberes, las joyas en plata y oro: pendientes, brazaletes, tobilleras, o los espejos, joyeros y perfumeros.
Ya tenía decidido el regalo para su padre, una shisha de cobre muy original que acababa de encontrar, y para su madre un característico candelabro de cinco brazos.
Con la pipa de agua en la mano, Susan empezó a regatear con el vendedor. En las horas que llevaba recorriendo la Medina, había aprendido algo fundamental: el arte del regateo. Después de conseguir a muy buen precio los regalos, siguió recorriendo el antiguo centro de Túnez, en busca, ahora sí, de algún capricho para ella.
Klaus esperaba una llamada urgente desde Houston, por lo que se reuniría más tarde con ella. Susan quiso esperarlo, pero Klaus la animó a que fuera adelantándose.
-Seguro que cuando me reúna contigo aún no has comprado nada- fueron sus palabras
-(¡Pues se equivocaba!)- pensó Susan, y con una gran sonrisa dibujada en su rostro prosiguió con sus compras.
Mientras tanto, en el hotel, Klaus esperaba ansioso la llamada de Paul desde Houston. De repente el teléfono sonó.
-¿El Sr. Faber?- preguntó una voz femenina.
- Sí, soy yo- respondió Klaus
- El doctor Garrett desea hablar con usted. Ahora mismo se lo paso.
Una suave melodía le acompañó durante la corta espera. A los pocos segundos Klaus escuchó la voz de su amigo.
- Klaus, siento ser portador de malas noticias. Los resultados de las pruebas han dado positivo. Tienes que volver por aquí lo antes posible.- dijo Paul
- Acabo de comenzar la tournée, Paul. ¿No podría esperar un par de meses?- respondió angustiado Klaus
- Es muy arriesgado, y lo sabes. Mi consejo es que empecemos cuanto antes el tratamiento.- respondió Paul. El tono de su voz delataba su preocupación.
-No, Paul, ahora no. Tendría que suspender todo, y no le puedo hacer eso a Susan.- dijo Klaus con gran firmeza.
- ¿Susan?, ¿quién es Susan?- respondió Paul sorprendido.
- Ahora no te lo puedo explicar, Paul, pero es muy importante para mí seguir adelante con la tournée. Asumiré el riesgo.
- Estás jugando con tu vida, Klaus, pero no te puedo obligar. Espero que cambies de opinión…- dijo Paul con tristeza.
- Es mi decisión. Descansaremos en Diciembre, y antes de comenzar de nuevo me tendrás allí- prometió Klaus.
Acabada la conversación, Klaus se dejó caer derrotado en el cálido sofá de su habitación.
-(Otra vez no, no puede estar pasando otra vez…)- pensó.
Por su cabeza desfilaron de nuevo todos y cada uno de los duros momentos por los que años atrás tuvo que pasar. Todo el sufrimiento padecido, la impotencia de no ser dueño de su cuerpo, las interminables sesiones de quimioterapia…
Susan no se podía enterar de nada…
Después de refrescarse en el baño, Klaus salió a su encuentro.
Susan paseaba por el souk de los perfumistas, la zona donde había quedado con Klaus en encontrarse, cuando de repente alguien la agarró por detrás.
-Señorita, su sola presencia hace que los hombres se queden hipnotizados a su paso- le susurró Klaus al oído.
-¡Tonto!, me has asustado- dijo Susan soltando una carcajada.
-Veo que has aprovechado muy bien el tiempo- dijo Klaus mirando las bolsas de Susan. ¿Has encontrado todo lo que querías?
-Sí, ¡y a muy buen precio!, me he convertido en una experta regateadora. Ahora sólo me falta comprarme algo para mí. En ese tenderete de ahí he visto unos pendientes que me han gustado mucho- dijo Susan señalando un puesto cercano.
Klaus agarró a Susan por el hombro y juntos se acercaron a comprar los pendientes. Con el típico ornamento tradicional de las mujeres bereberes en sus lóbulos, la belleza de Susan se incrementaba.
Pareces recién sacada del cuento de las Mil y una Noches. Merecerías llamarte Fetnah, por tus encantos y tu hermosura.
-¿Y llegaría a ser la mujer del califa?- preguntó Susan con ironía.
-¡No!-exclamó Klaus, y acercándose a su mejilla la susurró- Estás reservada para mí…

Susan se sonrojó. Tenía que admitir que Klaus la estaba tratando como a una princesa, y su relación se estaba convirtiendo en una especie de cuento, con un príncipe rendido a sus pies.
El sol comenzaba a ponerse, y después de visitar el souck El Attraine y el de El Kumach, así como la mezquita Et-Zitouna, decidieron acercarse a conocer alguno de los característicos cafés, para saborear el delicioso té a la menta.
Al anochecer, la música era la protagonista en los cafés y en algunas tiendas. Había espectáculos de todas clases, incluidos los itinerantes. Veinte días antes los tunecinos habían celebrado el final del largo ayuno diurno por aquellas callejuelas, el final del Ramadán, con la fiesta del Aid Al Fitr.
Susan y Klaus disfrutaron de una agradable velada, y poco después regresaron al hotel.
Aquella noche el débil muro que aún los separaba, terminó derrumbándose. Susan se entregó a Klaus en cuerpo y alma...