miércoles

SENTIMIENTO DEL TIEMPO (CAPÍTULO III)


TALÍA

A Talía siempre le gustaron los trenes. Utilizaba extrañamente las estaciones para reflexionar. Ahí estaba, sentada, los andenes eran su única compañía, aún estando totalmente rodeada de un hormiguero de personas. No reparaba en nada, estaba totalmente absorta en sus pensamientos, cualquier persona que pasaba a su lado podía pensar que estaba esperando a alguien que se apeara de uno de los trenes que llegaban; si alguien le hubiera preguntado, no habría sabido responder, el receptor se sentiría decepcionado, así se sentía ella. Dentro de Talía yacía agazapada una mujer confundida, invadida de sensaciones mezcladas entre miel e hiel. Las imágenes se paseaban por su cabeza despaciosamente, cual albúm de fotografías en color sepia y se recreaba rememorando momentos vividos con Lawrence.
- ¿Así que usted es escritora?
Talía se sobresaltó, el libro que estaba leyendo cayó de bruces contra el suelo, subió la mirada, levanto sus ojos por encima de las gafas y ahí estaba él, frente a ella sonriente y con unos ojos que no parecían humanos. Su mirada era hipnótica; sus ojos sonrientes se mantenían sobre los de ella, se sintió lentamente desnudada por ellos, su mirada segura era como una penetración. Sintió humedad entre las piernas.
Ella le preguntó que cómo sabia que era escritora y él con una sonora y encantadora carcajada le dijo que llevaba un buen rato observándola, que se preguntaba donde había visto una cara tan familiar, hasta que recordó que en una librería próxima su rostro aparecía en múltiples carteles anunciando la presentación de su nuevo libro.
La mujer era rusa, había nacido en Gorky y su niñez había sido dura, de ahí la expresión de su cara denotaba fuerza y carácter vigoroso, como vigoroso de color eran sus labios, fruto carnoso que destacaba gracias a su pálida piel, tersa, suave como el raso. Era extrañamente bella, sus ojos encerraban un halo de misterio y sabiduría, a través de ellos se podía ver el mar. Poseía una provocativa madurez. Sus pechos eran tentadores, turgentes, eran rosados como los de una adolescente.
Todos los hombres que habían pasado por su lecho le habían decepcionado porque tenía instalada dentro de ella expectativas grandiosas, por ello, poseía una gran hambre de sexo.
En el preciso instante que conoció a Lawrence, sus pensamientos se tornaron febriles, sabía que sólo disponía de una noche en la ciudad y no dudó ni un ápice en demostrar todos sus encantos femeninos, ahora era ella quién lo hipnotizaba con su verbo sensual, susurrante, provocador. Utilizó toda la energía sexual que desprendía a través de sus poros y en pocas horas se encontraban en la habitación del hotel que se transfiguró en una fragua de cuatro paredes.Fue sólo una noche, noche de delirios, sudores hirvientes, lenguas ardientes, caricias húmedas, latidos fundidos.
Ésta vez no fue él quien abandonó la habitación apresuradamente como estaba acostumbrado, Talía salió de puntillas y sin una nota de despedida.

12 comentarios:

  1. Hermosa historia, madrina. Las historias de una sola noche tienen ese tinte onírico que hace que las vivamos con mayor intensidad, arrastrados por el sino fatídico de su exigua temporalidad. Luego llega la mañana siguiente y las entierra en la cotidianidad hasta que nuestra memoria las rescata para volver a gozarlas. Historias-cenicienta, historias-vampiro…

    Besos, Lady Rosa.

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  2. Un buen relato que atrapa y te hace imaginar las estepas rusas...
    Saludos!

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  3. Delicioso relato Rosa, estaba deseando poder leer el capítulo entero.

    Hermosa presentación de Talía.

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  4. Por favor, échale un ojo a mis relatos...

    losrelatosdevance.blogspot.com

    Estamos en contacto ;)

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  5. A veces basta una noche para saciar el deseo que late entre el sepia de un ayer y las luces sobresaltadas de “lo hecho, hecho esta”…sin tiempo para escribir nada como despedida.

    Una mujer excepcional Talía.

    Besos.

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  6. El deseo habla idiomas, el arte de vivir los vientos que desata.
    Me a gustado mucho, me pasaré con tiempo para leer desde el comienzo.
    Un beso

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  7. Es lo que tienen las estaciones de trenes, infinidad de historias.
    Ay, yo ultimamente no salgo de la de Chamartin en Madrid, pero claro, no creo que un Lawrence se fijara en mi, acostumbro a llevar "Mortadelo y Filemón" para leer.

    Me encanta Rosa. Si Venus me ha gustado, Thalía no se queda manca y Lawrence, ufff... qué peligro tiene.

    Más besotes

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  8. Rosa, es interesante observar como tus diferentes personajes se relacionan (también diferente) con el mismo individuo. No me sorprende ni un ápice que una mujer inteligente como Talía abandonara el dormitorio con sigilio... sin arrepentimiento y sobretodo, sin mirar atrás...

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  9. Es cierto Montse. Una florista, una escritora... y por la descripción de Lawrence parece que habrá muchas más.
    El ya sabemos como actua. Yo la curiosidad que tengo es como será la reacción de cada una de ellas frente a este tipo de hombre. Tenemos a Venus ilusionada e incluso posiblemente enamorada y decepcionada. Thalía, aprovecho el momento y vió cumplida una de sus posibles fantasias sexuales o quizá sea muy parecida a él en este terreno.
    Como será la siguiente? Rosa cariño, yo no es por meter prisa, pero para cuando el próximo capítulo?

    Besos

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  10. Desde ahora me dejare fluir por aqui....Perdon, espero no haceros daño a la vista, no me funciona la teclita de los acentos.


    Encantada de pasearme por tu blog, querida Rosa.......Puedo poner puntos suspensivos??????

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  11. Una historia breve, bien hilada, buen comienzo interesante escenario. Una estación de trenes, donde todo es trásito, movimiento, una mujer que se aparta de él para dedicarse a lo suyo. (Qué es lo suyo?.)
    Un personaje itinerante , él, qué va y viene en su propio tren. Se conocen, se toman para sí, por lo que haya sido y luego queda un final abierto. Un misterio que sigue aún después del punto final. Nos quedamos pensando en el despertar solitario, en las preguntas sin respuestas, en una puerta que deja atrás una noche más no así a los personajes.

    Bravo Ro!!! Me gusta tu antología. Sigo leyendo.
    P.

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