jueves

MARE NOSTRUM (CAPITULO III)


A la mañana siguiente, Susan y Fabrizio alquilaron una pequeña barca a motor, para acceder a una de las calas.
-¡Quítate la ropa!. ¿Cuánto tiempo más tengo que esperar? – parpadearon unos ojos picaruelos- ¿Te has puesto el bikini debajo de esa ropa?- dijo Fabrizio recostado en la barandilla de la barca.
Cruzó los brazos sobre su pecho, mientras la observaba deliberadamente.
Susan le hizo una mueca al quitarse la camiseta.
- ¡Basta ya, bribón!- dijo sonriendo Susan-
Fabrizio llevaba un pequeño traje de baño blanco, que no dejaba nada a la imaginación, y Susan un bikini azul turquesa, que acentuaba su estilizada figura.
-Cara Susan, debo admitir que el espectáculo es increíblemente sensual…
Susan le dio un suave codazo en las costillas y se giró hacia el mar sonriendo.
Pudo admirar los arrecifes de coral, que se veían con claridad a través del agua cristalina. Contempló el paisaje, disfrutó del silencio y respiró el aire fresco del mar.
Visitaron primero las grutas marinas del Sdragonato y de Saint Antoine, con hermosos reflejos de luz, llegando poco después a la cala Sciumara, en el cabo Pertusato, en donde el granito era un gruyère rocoso repleto de agujeros. Arena blanca y agua cristalina como en pocos lugares del Mediterraneo.
Fabrizio le explicó que en la vertiente opuesta, a pocos kilómetros justamente bajo la montaña de Cagna, conocida por sus atractivas sierras de granito, se encontraba la inmaculada playa de Roccapina, custodiada por el gran monumento natural del Leone. Desde Roccapina, yendo en coche hacia Porto Vecchio, no se debía pasar por alto la bahía de Santa Giulia, y la sensacional playa de Palombaggia, con unos impresionantes pinos marítimos y bloques de granito. Palombaggia no tenía nada que envidiar a las más exclusivas playas del Caribe.
Pasearon por la cala, comieron unos bocadillos sentados en la blanca arena, acompañados de unas refrescantes cervezas, y, poco después, se sumergieron en el agua, compartiendo juegos como dos adolescentes.
Al salir, Susan se tumbó feliz en su toalla, pellizcándose para comprobar que no soñaba. El día y el panorama eran maravillosos, al igual que la compañía.
Era un día para recordar, un día inolvidable.

El recorrido de vuelta al Cruise Roma fue a marcha lenta, bajo un cielo estrellado y en el que parecía estar suspendida una media luna.
- Ha sido un día maravilloso, Fabrizio, gracias - dijo Susan
- Aún no ha terminado el día – le recordó él – después del trabajo podríamos tomar algo juntos. Cerraría con broche de oro un día perfecto.
- Desde luego – dijo Susan entrando en el ascensor. Ahora a darse una ducha, ponernos guapos y a armonizar la cena.
- ¡Me pondré mi mejor traje de gala!- exclamó Fabrizio.
Al llegar a los camarotes, Fabrizio se acercó un poco más, y rozó levemente los labios de Susan con un beso casi casto. La miró dulcemente, y después se metió en su camarote. Susan trató de asimilar lo que estaba ocurriendo. ¿Cómo debía interpretarlo?. Su fama de seductor le precedía…
Aquella noche el restaurante estaba lleno. Parecía que todos los pasajeros a bordo habían decidido ir a cenar al mismo tiempo. Susan se había vestido con elegancia, pantalones de seda negros y una blusa plateada, con unos pendientes a juego y un hermoso recogido.
Comenzó a tocar el piano con suavidad, extasiada, mientras Fabrizio esperaba que Susan le diera la señal para relevarla.
Sentado en una de las mesas se encontraba un atractivo hombre que no había parado de mirarla desde que el camarero le sirvió una copa. Susan lo observaba al tiempo que ejecutaba pieza tras pieza. La noche anterior también le había visto, escuchando a Fabrizio y a ella con bastante interés. Su exquisito traje Corneliani acentuaba aún más su atractivo.
Un anciano se le acercó tímidamente.
- Disculpe, señorita. Es nuestro aniversario y me gustaría escuchar “ Over the Rainbow “, por favor.
- Por supuesto- exclamó Susan. ¡ Feliz aniversario !. Esperaré a que usted vuelva a su mesa y la tocaré.
El hombre se sonrojó, y, con la mayor discreción, le dio un billete. Susan estaba acostumbrada a recibir propinas, pero aquella noche se preguntó qué hacer con el billete. Los pantalones de seda no tenían bolsillos. Lo dobló, y lo deslizó por el escote de la blusa. Al levantar la vista, descubrió los ojos divertidos de Fabrizio de pie junto a ella.
- Cara Susan, creo que llegó la hora de tu descanso. ¿O prefieres que te saque yo mismo el billete?- dijo Fabrizio sonriendo.
Susan le devolvió la sonrisa un tanto ruborizada, y después de tocar la canción que le habían pedido se acercó a la barra del Smaila’s Club, al tiempo que sacaba disimuladamente el billete de su escote.
Una voz la hizo girarse. Frente a ella estaba ese hombre.
- Me llamo Klaus Faber, señorita Valentí – dijo él besando elegantemente su mano.
- ¿El maestro Klaus Faber?- preguntó sorprendida Susan.
- Sí, pero llámame Klaus. Tengo una proposición que hacerte…
Fabrizio mientras tanto los observaba. La presencia de ese hombre junto a Susan le hacía sentir muy, pero que muy incómodo…

3 comentarios:

  1. La parte que más me gusta en una relación, es siempre el comienzo...

    El arte del galanteo, la seducción, el momento en el que te sientes deseado.

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  2. Querida Neli:
    es para mi un verdadero placer leer estos textos que quedaron en suspenso y que de nuevo ven la luz. Felicidades y a la espera del resto, un fortísimo abrazo de A

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  3. Encantada de volverte a leer,nuevamente ,Nelida.

    Estoy totalmente de acuerdo contigo ,la parte mas bonita de una relacion( para mi) es su comienzo.

    Gracias nuevamente por sacarla a la luz(como dice Angeles) Porque tus relatos se quedaron entre tinieblas .

    Lo dicho ,ha sido un placer.

    PD ( perdonad, pero no me funciona la tecla de los acentos, es pero no os haga mal a la vista)

    Kenya.

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